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Todas las personas son maravillosas

por | Mar 9, 2024 | Diario

Son las 12:40 de la noche. Tengo en mi cabeza la cara de Brendan Fraser en The Whale diciendo:-las personas son maravillosas. Cuando se acabó la película, bajé las escalas y pedí un carro. Lo esperé sentado durante muchos minutos mientras se perdía por Envigado.

Luego me subí. No hablamos en todo el camino. Intentó perderse por otras vías pero le dije por dónde era. Nunca había entendido por qué tantas veces se equivocan de dirección mirando el mapa. Hoy sí. -Es cansancio- pensé. Este señor está cansado.

Puse la llave en la reja. Giré hacia la izquierda. Puse la llave en la puerta. Giré hacia la derecha.

Me puse a escribir esto.

-Las personas son maravillosas-, veo en mi memoria. Abro mi celular y veo una foto, es alguien en la puerta del trabajo de su pareja llevándole flores. Pensé que ese fácilmente podría ser yo. El de las sorpresas, los detalles inesperados, los kilómetros cruzados solo para crear un recuerdo.

¿Seré yo? Pensé por un segundo. Y recordé lo que he sentido estos días. El corazón apagado, un muro más grande que mi cuerpo. Hace días no lloraba así. Pero por qué, ¿por qué hace días no lloraba así? Si a mi no me cuesta llorar.

Ya sé. Es que viendo la cara de Charlie me cuestioné si yo también creo que las personas son maravillosas. Por qué él, en ese personaje increíble herido y abandonado de alguna forma, no deja de creer en esa luz dentro de otros.

Dudé por un rato sobre mi pregunta, incluso hasta este momento. Tal vez una parte de mí perdió por un segundo de vista todo lo maravilloso.

¿Cómo es eso posible? Que se esconda en el horizonte todo lo que es belleza. Cómo se te ocurre, José. Si todo lo que ves es la maravilla oculta entre todo lo demás. Pero pienso las dos cosas al mismo tiempo.

Hace unos días escuché a alguien decirme que la rabia era una emoción válida, que la sintiera. Y ahora la siento. Me siento enojado.

Pero entonces no entiendo a Charlie. Ni a mí. Nos une y nos separa el enojo. Qué raro.

Eso fue lo que sentí con ese video de las flores. Un punzón dividido en mi mente con la pregunta de ¿algún día querré otra vez llevarle flores a alguien? y me asusté. Por un momento me invadió esa idea de que uno tal vez no vuelve a querer a nadie nunca más y la vida se acaba sin otro final.

Entonces dejé de sentir enojo y sentí tristeza. ¿Qué es la tristeza, José? me preguntaría Jairo. Luego me diría que recuerde que las emociones son cosas que duran minutos. Entran y salen. Lo que hay antes y después son otras cosas. No emociones.

Yo pensaría entonces que ya conozco esta emoción. La tristeza. La otra casi no. Me la permito muy poco. ¿Qué es la rabia, José? y ahí está mi tarea.

La rabia es una tarde sentado conmigo mismo entendiendo quién soy. Dejándome ser las cosas que no me gustan de mí mismo. Incluso luchando por no cambiarlas como siempre. Que no haya una sola arruga en la ropa, en la vida, en la historia que se escribe. Eso es.

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